Los archivos perdidos del cine palestino
La fotografía palestina existe desde 1891, y el cine, desde 1935. Pero casi todo ese material se perdió o fue secuestrado por Israel con la invasión y expulsión de los palestinos de su propio país, a partir de 1948. Durante décadas, investigadores y realizadores del mundo árabe lo buscaron sin éxito. Hasta que en 2017 una directora israelí reveló su paradero.

«La historia ha olvidado a nuestra gente»

Yazid Sayigh (1998)

(del libro Paisaje del cine palestino, trauma y memoria, de Nurith Gertz y George Khleifi)

Entre los años 50 y 60 del siglo XX, todas las películas que reflejaban la vida palestina eran hechas por extranjeros: films educacionales sobre refugiados producidos por Naciones Unidas, que mostraban una imagen muy chata y estereotipada. Fue entonces cuando un grupo de cineastas palestinos empezó a hacer sus propias películas, para mostrar la verdadera cara de su pueblo. Era la época de los “nuevos cines” en el mundo (neorrealismo, nouvelle vague, nuevo cine alemán, cinema novo, tercer cine) y Palestina no fue la excepción: había nacido un nuevo cine revolucionario.

Exilio y ocupación: la Unidad de Film Palestina

En 1967, Sulafa Jadallah se recibió como la primera mujer directora de fotografía del mundo árabe y entró a trabajar en el Departamento de Cine del Ministerio de Información de Jordania. Apasionada por la imagen desde pequeña, Jadallah había estudiado en Egipto, tras mucho insistir para que la dejaran ingresar a la universidad, ya que no había en ese momento otras mujeres directoras de fotografía, ni siquiera en Europa o Estados Unidos. 

Exiliado de Palestina a sus 9 años y también fascinado por la fotografía desde pequeño, Hani Jawhariyyeh se dedicó desde temprana edad a experimentar con la imagen: fotografiaba a personas frente a superficies reflectantes o usaba medias de nylon en el lente para crear efectos de niebla. Luego estudió dirección de fotografía en la London School of Film Technique (la actual London Film School) por un intercambio con Jordania. Tiempo después, conoció a Sulafa en el Departamento de Cine de Jordania, donde ella ya trabajaba. Tras la guerra de 1967 entre Israel y Palestina, Sulafa y Hani empezaron a tomar fotos de los refugiados palestinos, los campos de desplazados y los heridos por napalm y fósforo.

Por su parte, Mustafa Abu Ali, nacido en Jerusalén en 1940 y fanático del cine desde niño, conoció a Hani mientras los dos estudiaban en Londres. Mustafa tenía 8 años cuando su familia se vio forzada a exiliarse a Belén, luego de la brutal masacre de Deir Yassin. Como los describe Khadijeh Habashneh (esposa de Mustafa Abu Ali, que en ese momento trabajaba como psicóloga pero pronto se uniría a ellos en sus aventuras cinematográficas), en el muy recientemente publicado en inglés Knights of Cinema: «Hani era un director de fotografía con una mirada delicada y Mustafa el joven que amaba el arte y quería expresar sus sueños y preocupaciones como palestino desplazado».

Cuando Mustafa regresó de Londres, se reunió con Sulafa y Hani y los tres fundaron el Departamento de Fotografía de Fatah, una organización revolucionaria que formaba parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), a la que además se unieron. Empezaron en Jordania, haciendo fotos de los soldados de la resistencia palestina caídos en combate.Tras el triunfo en la batalla de Al-Karameh, los medios internacionales empezaron a solicitar fotos con urgencia: fue entonces cuando, reveladas en una cocina —tal era el nivel de precariedad en el que trabajaban—, las fotografías de los fedayines empezaron a llegar todas las portadas del mundo, convirtiéndose en un emblema de la resistencia.

En 1968, Mustafa dirigió la película Derecho palestino, con dirección de fotografía de Sulafa y Hani. El cine empezaba a volverse un arma más y el grupo adquirió nuevos equipamientos y empezó a registrar la vida de los palestinos desplazados, así como de las guerrillas de resistencia. Había nacido la Unidad de Film Palestina.

Ya decididos a dedicarse por completo al movimiento revolucionario, en 1969 Sulafa y Hani renunciaron a su trabajo en el ministerio de Jordania y organizaron en un campo de refugiados su primera muestra, con fotografías de la batalla de Al-Karameh, en el primer aniversario de la victoria. Fue la primera vez que los palestinos vieron su propia imagen reflejada, que les hablaba de su causa y su revolución a través de sus hijos, guerreros de la resistencia. De la muestra participaron también pintores palestinos, sirios y egipcios, y hubo dibujos de niños, canciones revolucionarias, artefactos culturales y mapas. 

La exposición viajó por varios países y les permitió a los tres adquirir más equipamientos y reclutar a nuevos soldados como fotógrafos: Sulafa, Hani y Mustafa habían demostrado la importancia de la imagen en el arsenal de la resistencia. Su éxito, además, convenció a los líderes de Fatah de comprarles su primera cámara de 16mm. 

Pero, mientras preparaban la muestra, Sulafa recibió un disparo en la cabeza (se sospecha que fue atacada específicamente) y quedó parcialmente paralizada. Si bien siguió colaborando como guionista, en los años posteriores no pudo realizar más la cinematografía de las películas.


Los cineastas y fotógrafos de la Unidad de Film Palestina presentaban sus trabajos como colectivo y no recibían crédito personal. Sus primeras proyecciones fueron en campos de refugiados, donde luego de las funciones se repartían cuestionarios entre el público y se realizaban debates.

Escenas de la ocupación (1973), de Mustafa Abu Ali

La fotografía como resistencia 

En 1969, Hani invitó a Jean-Luc Godard a rodar una película. El director francés viajó entonces junto al Grupo Dziga Vertov, del que era parte, y con asistencia de Mustafa rodaron la película Hasta la victoria, que debieron abandonar luego de que los fedayines que la protagonizaban fueran asesinados durante el Septiembre Negro, y por ciertas discrepancias creativas. Con ese material, Godard armaría otro filme, Ici et ailleurs (Aquí y en otro lado), que utiliza las imágenes capturadas pero para reflexionar sobre el artificio del cine. En palabras de Godard: «Los cineastas son también guerrilleros que tienen cámaras en vez de armas». No era un cine de autor sino de los procesos revolucionarios y las luchas. 

Sobre esos primeros tiempos, Hani dice, en el libro Cine palestino en los días de la revolución, de Nadia Yaqub: “Al principio intentamos poner en marcha un plan, pero no lo conseguimos por la sencilla razón de que nuestro entusiasmo por nuestro trabajo nos hacía olvidar cualquier plan que pudiéramos armar. En aquel entonces bastaba con ver fotos de nuestros luchadores diseminadas por periódicos y aliados de la revolución. Estábamos llenos de satisfacción, como si hubiésemos logrado algo grande. Realmente nuestro gran logro fue esa sensación que sentimos al cubrir un tema. El acto de fotografiar en sí mismo era, para nosotros, un acto de resistencia revolucionaria. Uno de nosotros siempre estaba buscando una manera de crear una imagen particular que realmente capturara la revolución y producir imágenes que difirieran de lo que el público ya sabía».

Los tres objetivos que la Unidad de Film Palestina había acordado con los líderes de Fatah eran: documentar, informar, distribuir. Después del Septiembre Negro de 1970, el grupo (ya amplio) debió exiliarse de Jordania a Beirut, en el Líbano, donde pasaron unos muy difíciles primeros años, de nuevo con muy pocos recursos y con un equipo más fragmentado que nunca (varios miembros, entre ellos Sulafa, que tenía una salud frágil, y también Hani, debieron quedarse en Amán, capital de Jordania).

En 1971 el grupo se quedó sin fondos. Así lo recuerda Mustafa: “Para Fatah, la cuestión de la cultura en general era como una planta silvestre. Si crecía, entonces la apoyaban, y si no, nadie la extrañaba. No hubo un apoyo consciente al cine. Apoyaban películas, pero sin un plan general. Como movimiento revolucionario estaban mucho más preocupados por la Agencia de Noticias Palestina. Su trabajo no tomaba tiempo, mientras que nosotros podíamos pasar seis meses produciendo una sola película”.

Mustafa Abu Ali hizo una de las primeras películas con registros del Septiembre Negro, Con sangre, con alma, una película también revolucionaria (experimental) en sus formas: especie de collage cinematográfico que mezcla filmaciones de esa batalla, fotos, niños actuando y comentarios políticos. Pero, al sentir que el film no tuvo la suficiente llegada al público árabe, decidió abandonar esas formas de “esquematización abstracta” en futuras películas.

En sus propias palabras: “¿Los valores colectivos y artísticos que hemos estudiado son adecuados para nuestra audiencia? ¿Podemos dirigirnos a estas audiencias con los mismos estilos que aprendimos en El Cairo y Londres o necesitamos aprender de nuevo un estilo particular? ¿Podemos articular la experiencia de la revolución armada a través de estilos que sean conocidos fuera de las condiciones de la revolución? ¿Nos esforzamos por seguir esos estilos y formas artísticas que fueron creadas y utilizadas por un cine relacionado con el colonialismo o desarrollamos estilos, formas y un lenguaje cinematográfico propio, ligado a nuestra herencia árabe y a las especificidades de la revolución palestina y sus circunstancias particulares?”.

Las cámaras de 16mm eran pesadísimas (llegando a los 20 kg) y era muy duro cargarlas en la batalla, en consecuencia muchos rollos se perdían al manipularlos en medio de los combates. Por ejemplo, el film La agresión sionista, de Mustafa Abu Ali, rodado en campos de refugiados del Líbano y Siria tras los brutales bombardeos israelíes de 1972, fue montado con tres rollos de película que sobrevivieron al rodaje. 

La película pasa de imágenes tranquilas de la cotidianidad acompañadas por música a la brutalidad de los bombardeos y el sonido de las explosiones mostrados en una forma bastante explícita. Tuvo mucha circulación por festivales (Túnez, el Primer Festival de Cine Palestino en Bagdad, festivales en Europa del Este) y así pudieron presentar la lucha palestina a cada vez más audiencias y se volvieron centrales al movimiento del cine militante no sólo por su contenido sino por todo su proceso de producción.

Palestina en el ojo (1976), de Mustafa Abu Ali

La causa palestina: manifiesto

La situación era difícil y peligrosa para la unidad de film de la Organización de Liberación Palestina (OLP), pero marchaban con sus armas a las batallas. Su logo era una cámara de 16mm, pero en lugar de los rollos de película tenían el cargador de una ametralladora

En Beirut lograron mucho nutriéndose de cineastas locales y extranjeros. En 1973 produjeron más de 12 películas que circularon no sólo en festivales de cine sino a través de movimientos solidarios y redes. Se organizaban proyecciones en sindicatos, campus de universidades, centros comunitarios, etc., en lugares como Estados Unidos, Europa o Costa de Marfil. Ese mismo año, junto a otras organizaciones de cineastas palestinos afines de la época (algunas las mencionaremos en el siguiente capítulo) y otros cineastas árabes que simpatizaban con la causa palestina, fundaron la Asociación Palestina de Cine, que nucleaba a todas pero a la vez manteniendo su independencia, y publicaron un breve manifiesto, del que reproducimos algunos fragmentos:

“El cine árabe se ha regocijado mucho tiempo en tratar temas que no tienen conexión con la realidad o en tratar a esta de forma superficial. Basado en estereotipos, este cine ha creado hábitos detestables entre el público árabe, para quien el cine se ha vuelto una especie de opio que duerme sus conciencias y los distrae de sus problemas reales. […]

Aparecieron jóvenes talentosos totalmente comprometidos con crear un tipo de cine totalmente nuevo en el mundo árabe, cineastas convencidos de que un cambio total debe afectar a las formas así como a los contenidos. […]

Es importante crear un nuevo tipo de cine palestino capaz de apoyar con dignidad la lucha de nuestro pueblo, revelando el verdadero estado de nuestra situación y describiendo los pasos de nuestra lucha árabe y palestina para liberar nuestra tierra. El cine al que aspiramos tendrá que dedicarse a expresar nuestro presente, así como nuestros pasado y futuro. Su vigor unificado implica reagrupar los esfuerzos individuales. Las iniciativas personales (cualquiera sea su valor) están condenadas a permanecer inadecuadas e inefectivas. […]”

El texto cierra con seis puntos:

1. Producir películas dirigidas por palestinos sobre la causa Palestina y sus objetivos […]

2. Trabajar por el surgimiento de una nueva estética que reemplace a la vieja, una capaz de expresar coherentemente los nuevos contenidos.

3. Poner todo el cine al servicio de la revolución palestina y la causa árabe.

4. Concebir films diseñados para presentar la causa palestina al mundo entero.

5. Crear un archivo de film y fotografía fija que reúna estos materiales para documentar la lucha del pueblo palestino.

6. Fortalecer las relaciones con grupos de cine revolucionarios y progresistas de todo el mundo [… ] El Grupo de Cine Palestino se considera parte esencial de las instituciones de la revolución palestina.

Logo de la Unidad de Film Palestina

Del Instituto de Cine Palestino a la muerte de Hani Jawhariyyeh 

En 1974 cambiaron el nombre de la Unidad de Film Palestina a Instituto de Cine Palestino (ICP) y finalmente consiguieron un cuarto de edición y laboratorio propios. En ese momento pudieron hacer películas a color y los cineastas del grupo viajaban a estudiar a Moscú y Alemania del Este. 

Ese mismo año, Israel bombardeó nuevamente el sur del Líbano, esta vez destruyendo totalmente el campamento de Nabatieh, y Mustafa Abu Ali hizo su película más famosa, Ellos no existen (cuyo título se basa en la infame frase de la por entonces primera ministra israelí, Golda Meir). El film muestra la cohesión de un pueblo que ha sido robado de sus tierras e incluso atacado en campos de refugiados, pero que a pesar de todo se mantiene unido.

En 1975 Hani se mudó de Amán (Jordania) a Beirut y retomó su trabajo con el ICP, pero en 1976 fue asesinado en un bombardeo. Abu Ali le dedicó ese año el film Palestina en el ojo, que incluye imágenes de su funeral, una entrevista a su viuda, imágenes filmadas por él (incluidas las de la operación que estaba filmando cuando fue asesinado), tributos de amigos y colegas, el homenaje que le hacen en el Festival de Cartago en 1976 y la visita de Yasser Arafat a la exposición póstuma de sus fotografías. 

A primera vista, la película parece un obituario oficial de un querido amigo, pero Abu Ali juega con el sonido y el ritmo añadiendo capas de profundidad. Palestina en el ojo termina con una frase que resume la premisa de todo su cine: «A través de la imagen fija y en movimiento comunicamos y diseminamos los conceptos de la revolución al pueblo y aseguramos su continuidad».

Después de 1977, Abu Ali no hizo más películas. Como reflexiona Nadia Yaqub en su libro Palestinian Cinema in the Days of the Revolution: “Quizá las experiencias de perder a Hani Jawhariyyeh y trabajar en la masacre de Tel al-Zaatar (su último film) representaron el límite exterior de la violencia y el dolor que Abu Ali era capaz de procesar a través de una película”. 

Sin embargo, Mustafa continuó con su rol en el Instituto de Cine Palestino y ayudando a otros a producir sus films.

Fotos tomadas por Hani Jawhariyyeh, publicadas por la OLP después de su muerte, en 1976.

La invasión del Líbano y el robo del archivo del cine palestino

En 1980 Khadijeh Habashneh, la esposa de Abu Ali, realizó su primer film, Niños, a pesar de todo, que muestra la vida de los niños huérfanos refugiados luego de la masacre falangista en el campo de Tel al-Zaatar en 1976, donde fueron asesinadas dos mil personas.

En paralelo, al darse cuenta de que el grupo tenía demasiadas películas, Khadijeh había empezado hacía ya algunos años a ordenar y clasificar todo el archivo, compuesto a esa altura por unos 90 films, entre propios y de colegas de todo el mundo: URSS, China, Vietnam, Cuba, Argentina, Francia, Japón.

En junio de 1981, Israel bombardeó Beirut y, ante la inminencia de una nueva invasión, el grupo empezó a preguntarse qué hacer con el archivo, ya que este no era nada fácil de mover. Las latas ocupaban un piso entero y no podían hacer copias y enviarlas al extranjero porque no tenían suficiente dinero. Por estar en un área céntrica de Beirut (Hamra), llena de hoteles y bares, pensaron que no era posible que los bombardearan, pero ante el temor de que Israel buscara el archivo, trataron de ocultarlo: alquilaron un local, pagaron dos años por adelantado e instalaron un aire acondicionado, ya que el calor de Beirut podía resultar destructivo para el celuloide

Pasó 1981, terminaron de filmar la película Mujeres de Palestina, la segunda de Khadijeh, y comenzaron a ocuparse de la postproducción. Era el 6 de junio de 1982, un día de verano normal. El grupo terminó de trabajar a las dos de la tarde y fueron a la casa a almorzar. De pronto, Israel comenzó a bombardear Beirut y el equipo rápidamente empezó a preocuparse por sus familias y por cómo huir del lugar. Cuando Israel finalmente invadió el sur del Líbano, los palestinos se vieron obligados a escapar. 

Durante los siguientes seis meses, Mustafa y Khadijeh estuvieron varados en Damasco, Siria, antes de poder reubicarse nuevamente en Amán. Pero algunos voluntarios se habían quedado a cuidar el archivo en Beirut. Fue entonces cuando la Embajada francesa les comunicó que planeaba abandonar el Líbano y que debían mover el archivo del local donde lo tenían. De a poco, y a escondidas, en autos y a pie, el archivo fue trasladado a otro lugar.

Pero dos días después, los voluntarios fueron arrestados. Cuando salieron libres, todo el material había desaparecido.

(sigue en la segunda parte)

Javier González Tuñón

Javier González Tuñón

Buenos Aires, 1987. Cineasta independiente y director de fotografía. Integra el colectivo de cineastas Superficial.

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