A Tomás Rebord, un ex pelado prolijo devenido en Gordo Se Viene, se le infiere el nacionalismo cuando notamos el tatuaje malvinero que tiene en el hombro y solemos ver en escenarios cotidianos de profunda argentinidad decorativa, retratados por su pareja, Sugus Leunda, quien acompaña su embarazo con un rosario sobre la ropa oversized de tonos oscuros que no desentona con su look pre-pre-mamá.
Rebord, junto a otros integrantes de Los Descendientes Estéticos de Iorio, localizables en las nuevas plataformas de comunicación resistidas por el ex status quo, es el relator de la interna a cielo abierto de un peronismo cuyas diversas facciones intentan rellenar el cascarón con una moral de futuro, con la intención de volver a entusiasmar a las masas.
Están los Viejos Doctrina Peronista, que comparten cierta desfachatez, desprolijidad y oscuridad con los Descendientes Estéticos de Iorio —quienes no participan de las conversaciones pero brindan los espacios para que el cielo abierto de la interna tenga horas-stream—, aunque se diferencian por los gestos que remiten a una época que ya no es: el bigote con papada, la campera scout (o la de hilo comprada por la esposa un sábado a la mañana); el escaso pelo peinado hacia alguno de los laterales de las cabezas engominadas. Gente que usa exitosamente su capital anecdotario y su elevado porcentaje de bife en sangre para hacerle RCP a una moral que empezó a deteriorarse el mismísimo 27 de octubre de 2010.
El Movimiento Sweater Liso pica en punta entre los economistas moderados de mediana edad que se perfilan como los protagonistas de un horizonte prometido para un país sin sal. (Quizás por eso, a pesar de ser los más académicos del mercado de dirigentes —y los más preparados para ocupar cargos—, tienden a ser ignorados por el grueso de los habitantes de un país que, de tanta sal, está hiper tenso).
Sergio Massa, de haber sido bien asesorado en cuestiones estéticas, podría haberse convertido en una exitosa fusión entre los Viejos Doctrina Peronista y el Movimiento Sweater Liso, pero llegó tarde a desabrocharse un par de botones más de la camisa y mostrar su cadenita religiosa. Y ya no es parte de ningún ismo. Y va a volver a llegar tarde.
Cristina Fernández de Kirchner es la representante plenipotenciaria del Unicato Estético: no hay nadie como ella en el peronismo dirigencial. Y en la época en la cual la estética social es un factor clave para formar comunidades de sentido, en un momento en que la sociedad demanda de sus líderes sentir pertenencia y no consumo de status (un status, cualquier status, todo chancho con su San Martín), quizás esta característica no sea una ventaja competitiva.
Los Jimburns. (Por aquella escena de Los Simpsons). Una mezcolanza dirigencial de jóvenes viejos y viejos jóvenes que sigue editando y likeando videitos con «Juguetes Perdidos» como música de fondo, solemnizando la escena con un sepia y un sombreado otrora cool que no combina con los outfits —más trabajados que los de Julieta Banana— con los que van a eventos institucionales o militantes, en un despliegue inusual de anticuada irreverencia.
Tácitamente antagónicos a los Jimburns, compartiendo desprolijidades y desfachateces con los Viejos Doctrina Peronista, aunque sin el elevado nivel de bife en sangre, están los Jornada Homenaje a Lovecraft, no por Howard Phillips el escritor, sino por aquella foto del cartel que anunciaba el evento en la facultad de Filosofía y Letras junto a una parrillita de choris y un loco en cuero que nunca se imaginó que iba a ser protagonista de la imagen que funciona como metonimia del intelectualismo popular que reclama espacios desde el margen peronista. De marcado hype entre nuevas generaciones, son quienes contienen a (quienes utilizan «las convicciones» para diferenciar políticamente e intelectualmente a aquellos que no las comparten exactamente, y también a) un intenso nicho de portadores de sensibilidad social, en el sentido clásico de la expresión.
Por último, pero no menos importante, está La Banda de los Carcasas con Tapa, que viaja en colectivo de larga distancia por rutas de doble mano. De buenas relaciones con el Movimiento Sweater Liso, algunos comparten el Viejodoctrinoperonismo con sus representantes protagonistas de AMBA y reniegan de los actos éticos y estéticos de los Jimburns. Demasiado toscos y oscos para Instagram, pero acaso los más fieles representantes de las morales periféricas.
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Prueba de que los actos estéticos en la política son absolutamente protagónicos en estos tiempos que corren, porque le dan un cierre de sentido a los actos éticos de cada sector, es que pudiste identificar al menos dos representantes de cada una de las Tribus del Peronismo d.M (después de Milei) mencionadas en este escrito.
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El Siglo XXI lleva 24 años iniciado y algunas personas aún no se han dado cuenta de que el protagonista es el Sentido de lo Visual, donde las plataformas políticas no son necesariamente reemplazadas, sino complementadas con la estética de los dirigentes de turno.
La predominancia del Sentido de lo Visual pica en punta desde el advenimiento de las redes sociales, porque las audiencias/fans/ciudadanos/electores comenzaron a modificar sus conductas con sus líderes, habida cuenta de un nuevo modo de comunicación, ficcionalizadamente horizontal, pretendidamente democrático.
En criollo, esto quiere decir que la gente, con ayuda de las plataformas, bajó del pedestal de intocables a sus maestros de educación sentimental, que habitan y movilizan la cultura popular y la cultura masiva de un país o región, ya sea dirigentes políticos, talentosos consagrados o influencers del marketing digital.
Y es la estética (la vestimenta y los gestos corporales que se derivan de ella) la que rompe o refuerza esa horizontalidad ficticia, ampliando o reduciendo estratégicamente la distancia entre líder y audiencia.
(Esta estética se contextualiza según los momentos, sin embargo, y para sintetizar) los artistas consagrados tienden a mostrar distancia a través de outfits exagerados con los que no iríamos al almacén. Pero a los dirigentes políticos les conviene mostrarse como “uno de nosotros”, porque a mayor identificación estética, más empatía y más posibilidad de voto.
Algo que se le pasa de largo a todas las Tribus del Peronismo d.M es el estudio de la pauta estética de los argentinos desencantados a los que tienen que ir a buscar. Porque han subestimado el hecho de que Karina Milei utiliza prendas de Modas Norma cuando se saca fotos con Elon Musk; mismas prendas que se ven en las filas para entrar a la función de teatro del actor de la tele que está de gira a cientos de kilómetros de la Capital. O que Javier Milei tiene la ropa igual de arrugada y mal confeccionada que cualquier empleado que sale a las dos de la tarde y camina un par de cuadras por el centro silencioso para almorzar con la mujer que le hizo unos fideos con tuco.
Si, como se dice, la gente que no votó a Milei “no entiende política y votó enojada”: ¿qué entiende? ¿Cómo se conecta? ¿Qué la interpela? ¿Por qué sigue apoyando a un gobierno que hambrea? ¿Por qué les creen? ¿Dato mata relato? ¿Ética supera estética? ¿La estética es parte del discurso de masas? ¿Es la que ayuda a establecer límites, desde lo visual, frente a una moral que no se quiere más? ¿El discurso es más que solo palabras? ¿No es que las palabras se olvidan rápido entre TikTok y TikTok? ¿Entonces qué queda? ¿Los contenidos breves son pequeñas burbujas de sentido o constituyen cromosomas del ADN del sentido social? ¿Y el sentido social está sólo compuesto por palabras o descansa en un contexto multisensorial?
Si el peronismo quiere volver a ser de masas debería trabajar estratégicamente el tono, las emociones, las palabras nuevas, los slogans, la irreverencia, la autenticidad, los fandoms digitales, la metodología militante de calle, el horizonte colectivo, el sinceramiento de un nuevo tiempo, la legitimación de los nuevos modos de producción y la comprensión de una nueva era en las relaciones interpersonales.
Pero, ante todo, para salir de los nichos y convertirse en un movimiento amplio con mística renovada, el peronismo debería comenzar a explorar estratégicamente la pauta estética como uno de los recursos para enamorar. Es decir: entender y utilizarla efectivamente como parte integral de su estrategia de comunicación y conexión emocional con la gente a la que quiere representar.
Dicho en un twitt: el que se abriga con una frazada de tigre de verdad es el que te tiene que votar, no sólo el que la usa para hacer chistes.
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