Si lo que marca nuestros tiempos es la conquista de las mujeres de los espacios de poder, entonces las diferentes narraciones de la Guerra de Malvinas necesitan recuperar una imagen borrosa para ubicar en el centro de la escena a Margaret Thatcher.
Responsable política y bélica a la par de la Junta Militar argentina, en cuyo mando se encontraba Leopoldo Fortunato Galtieri, la Primera Ministra del Reino Unido en 1982 —desde 1979 hasta 1990, cuando dimitió— es un personaje histórico clave que nos aproxima no solo a conocer la cara menos simpática de las vicisitudes del “mundo libre” sino también a la naturaleza —intrínseca, por definición— de todo ejercicio de poder, siendo la guerra una de sus expresiones más cabales, imposible de ser atravesada por los filtros confortables de los simbolismos.
Una sola mujer puso en tensión el par indisoluble, naturalizado y solidificado también en la cultura, que forman hombre y guerra. Presionó a aliados, pidió favores y recordó los hechos a países en deuda; envió emisarios, emitió sanciones económicas, desestimó tareas diplomáticas cuando le era conveniente; luego de un almuerzo en Chequers, su residencia de descanso, dio la orden de hundir el ARA General Belgrano —que ocasionó la muerte de 323 argentinos en una sola maniobra— e hizo un uso del enfrentamiento para dirimir una crisis política interna que la arrinconaba en el abismo. Ejerció el poder sin titubeos como si, acaso, hubiera otra forma de hacerlo. Definitivamente, Margaret Thatcher hizo la guerra.
Semilla de un work in progress, demorado por otros proyectos y las urgencias de vida diaria, la exhumación y traducción de estos documentos públicos que se muestran a continuación tienen intenciones múltiples. En primer lugar, urdir lo que hoy todavía se niega: la posibilidad de hostilidad, de violencia y, por qué no, de tiranía, cuando se viste de traje sastre y collar de perlas —una conjugación que no hace más que ponderar las contradicciones y dilemas al que todo feminismo debe, eventualmente, enfrentarse. En segundo lugar, abrir un claro en ese bosque cerrado de narraciones para hacerle un espacio de responsabilidad a Thatcher en la historia de nuestras Islas Malvinas. En tercer lugar, y supongamos que último, alimentar mi obsesión personal por el vínculo, tantas veces conflictivo, tantas veces idealizado, entre las mujeres y el poder.
Precursora y dueña del cimbronazo político económico en el Reino Unido hacia el neoliberalismo, meritócrata radical y de un carácter inconmovible, el narcisismo de la Primera Ministra la llevará a escribir en uno de sus gruesos volúmenes autobiográficos, muchos años después de la Guerra de Malvinas, que “más allá de lo que los argentinos hayan pensado en ese momento, perder la guerra proporcionó un shock que les devolvió primero la democracia y más recientemente, bajo la presidencia de Menem, los beneficios económicos de las políticas del libre comercio”. Amiga íntima del Presidente estadounidense Ronald Reagan, se leen a continuación algunas cartas que detallan esa cercanía y que, a la vez, desde los albores mismos de la guerra, desmienten la ilusión militar argentina del apoyo norteamericano por los servicios prestados a la CIA en su lucha contra los movimientos revolucionarios en América Latina.
Aclaración previa: las nominaciones “Falkland Islands” y “Malvinas Islands” permanecen en el idioma original en el que fueron escritas en cada documento para subrayar y dar cuenta de las posiciones políticas de quienes las pronuncian.
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31 MAR 1982
DE: OFICINA DE GABINETE LONDRES
A: CASA BLANCA
T O P S E C R E T
DE LA PRIMERA MINISTRA THATCHER AL PRESIDENTE REAGAN
Querido Ron,
Sabrás gracias a los perturbadores informes de inteligencia, tanto de tus fuentes como de las nuestras, que la Marina argentina podría estar preparándose para invadir Falkland Islands dentro de las próximas 48 hs. Hay menos de dos mil habitantes allí. Solo mantenemos una pequeña guarnición de 75 soldados en Port Stanley —la capital de Falklands— y la única embarcación de la Royal Navy que tenemos en el área en ese momento es un rompehielos. Un asalto argentino resultaría sin lugar a dudas en la pérdida de vidas. No podemos ceder a la ocupación argentina: los isleños siempre han dejado en claro su deseo de permanecer como ciudadanos británicos.
¿Hablarías de urgencia con el presidente argentino para pedirle que te dé garantía inmediata de que no autorizará ningún aterrizaje o desembarco, sin hablar de ningún tipo de hostilidades? Podés decirle que de nuestra parte no habrá ningúna clase de escalada en la disputa y que no comenzaremos ninguna pelea. Mientras tanto, estamos tras iniciativas diplomáticas urgentes con los argentinos para alcanzar un acuerdo, para el cual también pediré tu gran apoyo.
Un sentido abrazo,
Margaret.
1 ABR 82
DE: PRESIDENTE REAGAN
A: EMBAJADA DE ESTADOS UNIDOS EN LONDRES
T O P S E C R E T
REENVIADA A: LA PRIMERA MINISTRA MARGARET THATCHER AL 10 DOWNING STREET
Querida Margaret,
Recibí tu mensaje urgente con fecha de marzo 31 acerca de los aparentes movimientos de Argentina contra las Falkland Islands. Compartimos tu preocupación sobre los inquietantes avances militares que los argentinos están haciendo y lamentamos que las negociaciones no hayan sido exitosas en desactivar el problema.
Por consiguiente, estamos contactando a los más altos niveles del Gobierno argentino para urgirlos a no tomar medidas militares que harían más difícil alcanzar una solución justa. Tal como lo pediste, también les estamos solicitando garantías de que sean prudentes y no inicien hostilidades.
Quiero que sepas que valoramos mucho tu cooperación en todos los desafíos que ambos enfrentamos en varias partes del mundo. Haremos lo que podamos para asistirte en este.
Sinceramente,
Ron
PUNTOS DE DISCUSIÓN SUGERIDOS PARA LA LLAMADA TELEFÓNICA DEL PRESIDENTE REAGAN AL GENERAL GALTIERI
WASHINGTON, DC
Lo llamo por los hechos extremadamente serios que amenazan la paz en este hemisferio.
Quiero que sepa sobre mi preocupación personal respecto a su disputa con el Reino Unido sobre las Malvinas y South Georgias Islands.
Tengo entre mis manos inteligencia perturbadora de que la Argentina está lista para invadir las Malvinas Islands temprano por la mañana —a las 0600 para ser exacto.
Otra preocupación que tengo es la siguiente: conozco muy bien a la Primera Ministra Thatcher. Maggie es una mujer muy decidida. Cuando ella sabe que tiene razón, como en el caso de Gibraltar e Irlanda del Norte, no claudica. El uso de la fuerza, de parte de cualquiera, se encontrará con la suya. Estoy convencido. No debe haber ilusiones con respecto a eso.
Entiendo que este es un asunto de larga data y de gran sensibilidad para los argentinos.
Como usted sabe, tanto los argentinos como los británicos son grandes amigos de nuestro país. Y también sabe que, debido a la amistad histórica y tradicional con Gran Bretaña, estoy determinado, tal como lo dejé expreso en mi discurso del 24 de febrero en la Organización de los Estados Americanos, a ayudar a construir una relación positiva y duradera con todas las naciones de este hemisferio.
Mucho antes de convertirme en Presidente promoví la renovación de las relaciones con los países de este hemisferio —como México, Brasil y Argentina. Estuve y estoy decidido a revertir el curso de mi predecesor.
Como usted sabe, y mucho mejor que yo, ha habido un número de malos momentos en nuestras relaciones. Quiero terminar eso para siempre y construir un lazo duradero.
Juntos podemos hacerlo. Argentinos y americanos estamos trabajando más cerca que en ningún otro momento en la historia.
Pero un conflicto en nuestro hemisferio sería un duro golpe a estas esperanzas.
Asimismo, debo decirle con toda franqueza que si Argentina inicia acciones de fuerza contra las Malvinas Islands, dañará nuestra relación. El pueblo americano y el Congreso lo verán como un acto de agresión. Y como Presidente, también lo haré.
Por lo tanto, le estoy pidiendo no invadir las Malvinas Islands o comenzar cualquier conflicto con el Reino Unido.
Además, estoy preparado para actuar en nuestra posición de buscar una salida pacífica en las negociaciones bilaterales sobre esta materia que, según entiendo, es de gran importancia para todos los argentinos.
En general, no hablo de esta manera pero debo obtener, ahora, la seguridad absoluta de que no habrá ningún desembarco en las islas mañana.
SI EL PRESIDENTE ARGENTINO SE NIEGA A ACORDAR
Estoy listo para enviar, de inmediato, al Vicepresidente Bush o a la Embajadora Kirkpatrick e insistir en que suspendan acciones hasta tanto no se reúna con cualquiera de ellos.
1 ABR 1982
DE: CASA BLANCA
A: EMBAJADA DE ESTADOS UNIDOS EN LONDRES
T O P S E C R E T
REENVIADA A: LA PRIMERA MINISTRA MARGARET THATCHER AL 10 DOWNING STREET
Querida Margaret,
Hablé ampliamente con el General Galtieri sobre la situación en Falklands. Le transmití mis preocupaciones personales sobre la posibilidad de una invasión argentina. Le dije que iniciar operaciones militares contra las Falkland Islands comprometería seriamente las relaciones entre Estados Unidos y Argentina y lo insté a que se abstenga de acciones ofensivas. Le ofrecí nuestros buenos oficios y mi disposición a enviar personal representativo que asista en la resolución de los conflictos entre Argentina y el Reino Unido.
El General escuchó mi mensaje, pero no hizo alusión a ningún compromiso. De hecho, habló en términos de ultimatums y me dejó con la clara impresión de que ha emprendido el camino de un conflicto armado. Continuaremos cooperando con tu gobierno en el esfuerzo por resolver esta disputa, tanto en el intento de prevenir hostilidades como de detenerlas si es que se suceden. Si bien tenemos una política de neutralidad sobre el tema de la soberanía, no seremos neutrales frente al uso de la fuerza militar por parte de Argentina.
Mis mejores deseos,
Ron