Como integrante de un colectivo latinoamericano de fotografía, Ana Carolina Fernandes retrata desde hace un año el impacto de la pandemia en la sociedad brasileña.
El proyecto Covid Latam fue creado en marzo de 2020 por el fotógrafo argentino Sebastián Gil Miranda con el fin de documentar la pandemia de covid-19 a lo largo de América Latina. Desde hace poco más de un año, nueve fotógrafas y nueve fotógrafos de catorce países comparten su trabajo en la cuenta de Instagram del colectivo.
Ana Carolina Fernandes es de Río de Janeiro, y su fotografía está orientada a temas de justicia social, género y derechos humanos. Entre sus trabajos más importantes se destacan las series Mem de Sá 100, sobre una comunidad travesti en el barrio carioca de Lapa; Brazil, a Representação da Resistência, sobre la protesta social en su país; y Negro Drama, que retrata la ocupación militar de la favela Rocinha en 2017.
Como una de las representantes de Covid Latam en Brasil (el otro es el fotógrafo Victor Moriyama, desde San Pablo), Ana Carolina habló con Bache sobre cómo es registrar el día a día del covid-19 en el país de mayor mortandad de la región, con más de 345 mil víctimas desde el comienzo de la pandemia.
Durante estos meses de trabajo no tuve una rutina o un método en particular. Al ser una fotógrafa independiente, me fui guiando por mi experiencia en estos asuntos. Cuando empezó la pandemia, mi gran preocupación, por fuera de la fotografía, tenía que ver con pensar en cómo iban a sobrevivir muchas personas durante la cuarentena.
Era evidente que con un gobierno militar de ultra derecha, comandado por un presidente que se opone a los pueblos indígenas, el colectivo LGBT y los habitantes de las favelas y que fue negacionista de la pandemia desde el primer minuto, esto podía terminar en una tragedia.
Salir a fotografiar se complicó cada vez más no solo por el uso sofocante del barbijo (en el verano de 40ºC era muy difícil), sino por que cuando volvía siempre había que hacer una limpieza completa del equipo de trabajo. También me hacía testeos periódicos. Así que tuve periodos en que traté de no salir por una semana entera, o incluso por diez días. Descansar cuerpo y mente se ha vuelto fundamental.
Lo que más impacta es la cantidad de muertes que podrían haberse evitado. La falta de respeto por la salud, por la ciencia, por los pobres, por la vida, por las personas en la primera línea de la lucha contra el covid-19. Que nadie intervenga cuando hay un presidente de la república genocida para mí es incomprensible. Ni siquiera digo alguien en Brasil, sino desde un tribunal internacional.
Lo que rescato es la solidaridad de la gente, de las ONG, de los proyectos sociales, principalmente en las favelas, de los más pobres ayudando a los más pobres. Eso es muy lindo y emocionante de ver.
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(Seguí leyendo el especial sobre Brasil)