Durante los meses de protestas y represión en Chile, distintas formas de arte callejero coparon las paredes de Santiago. El fotógrafo Sebastián Olivari salió a registrarlas con su cámara. Hablamos con él.
A más de un año del comienzo de la revuelta social, con una pandemia y dos votaciones de por medio que cambiaron el curso de la historia reciente, en las paredes de la capital, Santiago, quedan las marcas que recuerdan los meses tumultuosos en los que millones de chilenos y chilenas salieron a exigir un cambio de rumbo. Son graffitis, afiches, stickers, murales y pintadas que, a través de la proclama incendiaria o el humor, ilustran el tono de época.
Sebastián Olivari es diseñador y fotógrafo y, a partir de octubre de 2019, con las primeras revueltas, empezó a recorrer la ciudad con su cámara para captar las distintas expresiones que los manifestantes dejaban impresas en el espacio público.
Muchas de esas fotografías fueron publicadas en el libro Chile Despertó: el estallido social contado por las murallas de la Zona Cero (S Editorial y Planeta Sostenible, 2019).
Pero Olivari no solo se quedó ahí: en los meses finales de 2020, cuando las manifestaciones volvieron después de un parate obligado por el avance de la pandemia, Sebastián amplió su catálogo con nuevas imágenes, muchas de ellas con consignas referidas al plebiscito que le dio a Chile la posibilidad de redactar una nueva Constitución, un referéndum que tuvo lugar el 25 de octubre y en el que la opción «Apruebo» se impuso por sobre la del «Rechazo» con casi el 80 por ciento de los votos.
Sebastián, ¿por qué te interesó fotografiar el arte callejero?
Mi primer interés por el arte urbano que estaba surgiendo durante el estallido era por ver qué sucedía en términos gráficos, qué técnicas y estilos se estaban utilizando. Luego surgió el tema del contenido, que es de lo más diverso: hay desde demandas sociales a llamados a la unidad, o la construcción de una nueva sociedad, etc.
Una parte de mi trabajo consiste en la edición y el diseño de libros e imágenes visuales para distintos tipos de obras: cine, música, etc. Entonces es casi una necesidad profesional saber qué está sucediendo en términos estéticos, sobre todo en la calle. Porque si bien muchas veces la calle se hace eco de cosas que se perciben en los medios masivos, otras veces surgen de manifestaciones artísticas realmente originales. Estas, sin duda, son las más interesantes.
¿Cómo recordás el comienzo del estallido?
Para mí fue una mezcla de emociones. Por un lado, una profunda alegría por este despertar del pueblo chileno, algo que jamás imaginé. Nos veíamos tan apáticos, llevados por la indiferencia, inmersos en una suerte de inercia de la cotidianidad, convencidos de que las cosas que estaban mal en este país jamás se arreglarían, casi predestinados a esta realidad desigual.
Y por otro lado, un temor por la reacción que tendría el gobierno. Creo que esas dos emociones permanecen, esto no ha acabado.
¿Cómo era tu itinerario por esos meses: a qué hora salías a fotografiar, por qué zonas te movías, qué recaudos tomabas?
Comenzaba en la estación de metro Salvador, aproximadamente a un un kilómetro al este de Plaza Dignidad, luego bajaba por la Alameda, llegaba hasta el cerro Santa Lucia, a veces incluso hasta calle Ahumada, luego me metía por el barrio Lastarria y por otras calles aledañas a la denominada Zona Cero.
Lo hacía generalmente por las mañanas, en un recorrido que a veces duraba cerca de tres horas. En los momentos más álgidos muchas veces se me hacía imposible trabajar, por la cantidad de gente y por la represión de la policía. Mi hora preferida era entre las diez de la mañana y la una. Había que estar muy atento a lo que sucedía. Muchas veces, por estar concentrado en los muros, podías no ver el camino destruido, incluso hoyos profundos.
¿Qué fue lo más te impresionó en esos días?
La valentía del pueblo de Chile, en un principio de jóvenes pero luego de toda la población. También que se terminara esta idea de que las injusticias que se soportaban eran producto de la ignorancia. Porque lo que había era miedo. Justificado, por cierto, porque no hay que olvidarse de la brutal dictadura de Pinochet, que ha quedado más que claro que no acabó con su salida. Ese miedo se rompió por la valentía de los jóvenes.
¿Qué esperás para el futuro de tu país y para tu trabajo?
Espero que aquellos que tienen el poder en Chile vean este estallido como una oportunidad para generar un país de verdad, un país más justo. Creo que eso será un gran avance. La gente que está en la calle la tiene clara, pero la elite no logra ver el futuro. Espero que no usen los viejas estratagemas del pasado para mantener el status quo y que el proceso de Nueva Constitución sea legítimo y no termine siendo un show para dejar todo como estaba, con otro nombre.
Por mi parte, yo sigo y seguiré registrando los muros, porque creo que la calle estará muy activa con lo que vaya sucediendo con el proceso constituyente, atenta a todo lo que pase. Eso, sin duda, se reflejará en las murallas de la ciudad.
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