Algunas recomendaciones de nuestros colaboradores para pensar la maternidad.
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Adelaida – Adrián N. Bravi (Ariel, 2025)

Una madre se muere en presente continuo, escribo. Si es por la muerte, su peso es doble y ya no nos suelta, escribió Lezama Lima. Por pura presencia del pasado, siempre estuve urdido, pringado, por la literatura sobre madres.
Pero las madres pueden haber vivido, en realidad, en ausente incompetencia en lo que respecta a su cría. Recomiendo la novela Leche materna, de Edward St Aubyn, que narra en saga familiar la historia del aristócrata británico Melrose, abusado por su padre ya a los cinco años.
Tengo junto a mí la biografía reciente Adelaida, de Adrián N. Bravi (traducida del italiano por Planeta de Libros este año) Trae del olvido a una de las mujeres más interesantes de los años de agitación revolucionaria, intelectual fundadora, junto con los Viñas, del grupo existencialista Contorno. Adelaida pierde a sus hijos, que había gestado con David Viñas, por la represión de la dictadura. A diferencia de una evocación institucional permanente, exige que nadie hurte fuerza a su duelo perenne. No quiere romantización de sus hijos. Detesta la compasión. El No de Adelaida desde su exilio italiano fue inapropiable.
Leo siempre a Tamara Kamenszain, en El eco de mi madre (en La novela de la poesía. Poesía reunida, Adriana Hidalgo editora, 2019). ¿Cómo entenderse con una madre con Alzheimer que “todavía está viva y nada le impide seguir siendo mi madre”.
Beloved – Toni Morrison (1987)

En Beloved, una esclava negra escapa de Sweet Home, plantación de Kentucky, con su bebé de 2 años. Al ver que sus amos están por atraparla nuevamente, mata a su hijita para evitar que vuelva a ser esclavizada. Pasan los años y la guerra y Sethe, la esclava, vive junto a su otra hija, Denver, en Bluestone Road, Cincinnati. El pueblo cree que la casa en la que viven está embrujada, poseída por aquel bebé muerto, hasta que llega Beloved.
¿Quién es? ¿La bebé asesinada? ¿Un espíritu colectivo? Toni Morrison plantea una maternidad atravesada por el trauma, donde el amor materno es tan radical que se confunde con la violencia ante una atrocidad mayor.
La solución, parece decirnos, Morrison, no aparece en el aislamiento: la comunidad —aunque rota y herida— es necesaria para sanar, para cuidar, para criar. El abandono inicial del pueblo hacia Sethe se contrapone luego a un esfuerzo colectivo por recuperarla, por ayudar a que ella y Denver puedan reconstruir un vínculo más humano con su pasado. La maternidad, dice Morrison, no es solo un acto individual, sino también una responsabilidad y una posibilidad compartida.
No puedo hacerle justicia al texto: la forma en la que está narrado, el lenguaje que utiliza Morrison, las imágenes bellísimas y atroces que planta en nuestras cabezas, son experiencias de una lectura que recomiendo muchísimo.
Ahora y siempre: memorias – Diane Keaton (Lumen, 2011)

La reciente muerte de Diane Keaton no solo es una excusa para volver a sus películas, sino también a su libro de memorias. Allí sus experiencias, trabajos y amores orbitan alrededor de la historia de su madre, que dejó decenas de diarios. «¿Qué habría sido de mis sueños de hallarme bajo los focos si los de ella se hubieran hecho realidad?», se pregunta. Contar a su madre para poder contarse a sí misma, entender de dónde se viene para saber, con suerte, hacia dónde se va.
¿Por qué son tan lindos los caballos? – Julieta Correa (Rosa Iceberg, 2024)

Este libro cuenta el vínculo de una madre y una hija, justo en el momento en que la cabeza de la madre se desordena debido a la demencia y comienza a perder las palabras.
Toca temas como la enfermedad, el amor, la memoria, el dolor y el lenguaje, y está narrado desde la perspectiva de la hija, que busca dejar registro de esa historia compartida y de la experiencia difícil que atraviesa.
La narradora recopila fragmentos del diario de la madre, poemas, y transcribe frases que le dice; así, recupera esa voz que está perdiendo el lenguaje poco a poco, y escribe un retrato luminoso, en espejo, de ambas mujeres.
Medea – Eurípides (431 a.C.)

Todos sabemos que Medea, de Eurípides, no es un canto clásico a la maternidad. Al igual que en Beloved, de Toni Morrison, nos encontramos con una madre herida, una madre sola, una madre asesina.
Medea lo deja todo por amor. Traiciona a su padre, a su hermano, a su patria. Sigue al hombre que ama, Jasón. Se entrega por completo, con devoción furiosa, y solo encuentra vacío, soledad, exilio.
Jasón la rechaza. La abandona a ella y a sus dos hijos para casarse con la hija del rey de Corinto, buscando poder y prestigio.
Ultrajada como esposa y como mujer, Medea se abisma en el dolor y en un acto extremo, mata a sus hijos para castigar a Jasón.
Hay que volver a Medea.
Volver para enfrentarnos con las zonas más oscuras del amor, de la maternidad, de nuestra propia violencia y nuestro propio dolor.
Medea encarna una verdad: las madres también pueden romperse.