Cuando usted llegue a la ciudad, recuerde que Bogotá está malparida. No maldita: malparida. Cuentan los libros que la capital se fundó en una meseta a 2.600 metros sobre el nivel del mar para evitar los males del clima tropical que asediaban a los conquistadores españoles: malaria, fiebre amarilla y demás tragedias del calor. […]