A fines de marzo Lana sacó su último álbum, Did you know that there’s a tunnel under Ocean Blvd?, que fue precedido por el lanzamiento de tres singles y dos largas entrevistas que repasan su carrera de más diez años. A través de notas periodísticas y de nuevas canciones, Ana Regina resalta los tópicos que han obsesionado a la artista estadounidense a lo largo de su obra.
Foto de portada: Timothy Saccenti (Complex Magazine, 2017)
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Lana del Rey, vestida de novia. Hermosa, pura, angelical, clásica. Lana no es una chica moderna. Está en el medio del estacionamiento de un típico comedor de ruta, la rodean motos y autos viejos. Viste de blanco y exhibe una mirada perdida mientras sostiene un cigarrillo con sus labios. El vestido se acorta y muestra sus hermosas piernas; exhibe, además, un escote profundo coronado con una gran cruz. Lana es una novia y hace una sesión de fotos en un lugar donde nadie haría una. Del blanco puro al cuero negro, encorsetada y oscura, juega una vez más con los contrastes.
Las imágenes son de la entrevista que la artista hizo para Interview recientemente. El estilista Mel Ottemberg, que conoce a Lana desde 2012, cuenta cómo la visualizó vestida de novia, cómo eligieron la referencia al dinner de la película Buffalo (1998), cómo decidieron también recrear una foto de los 60: una chica posa con polera blanca y shorts negros en esa locación característica de las rutas estadounidenses.
Desde el comienzo de su carrera Lana se ubicó en una tradición vintage americana, entendida como conservadora y nacionalista, una nostalgia idealizada por el pasado de los pequeños pueblos estadounidenses pero también por el glamour de la época dorada de Hollywood. Las fotos que acompañan la entrevista de Interview dan cuenta de ese imaginario.
Lana del Rey es una artista consciente de la imagen que proyecta y de los contrastes que dispara. Su imagen de novia americana también revela tópicos con los que siempre ha trabajado en su carrera musical: sexualidad, sensualidad, espiritualidad, además del glamour vintage y una idea de lo propiamente americano. Obsesiones que se pueden rastrear desde el principio de su carrera.
En “Video Games”, el single de su primer disco, Born to die, editado en 2012, Lana le canta a dos representaciones típicas de la época: la sad girl de Tumblr, triste y con estética oscura pero hot; y la cool girl, distinta y deseada por los hombres. Ambas girls confluyen en una sola que enamora y que se entrega de forma absoluta: “It’s you, it’s you, it’s all for you, everything I do” (Por vos, por vos, todo lo que hago, es por vos). Lana sabe qué es la entrega absoluta. Entrega, sumisión y deseo estuvieron ahí, desde el principio, y volverán a aparecer en los próximos discos.
En su segundo disco, Ultraviolence (2014), Lana le canta a una relación enfermiza. Pero no juzga. Persigue la rima en la destrucción y encuentra placer en la desolación: “He used to call me poison/ Like I was poison ivy/ I could’ve died right there/’Cause he was right beside me” (Solía llamarme veneno, como si fuese hiedra venenosa. Podría haber muerto ahí, sólo porque él estaba a mi lado). Control y sumisión se acercan al amor romántico y alejan a la artista del discurso feminista sobre violencia de género. Aún así, en sus últimos recitales, Lana dejó de cantar el verso: “he hit me and it felt like a kiss” (me pegó y fue como un beso).
Lana lanza su tercer disco en 2015, Honeymoon. En “Religion”, entiende que la búsqueda del amor es la búsqueda de una espiritualidad: “you’re my religion (…) When I’m down on my knees, you’re how I pray” (sos mi religión (…). Cuando estoy de rodillas, vos sos mi rezo). Nuevamente, el ideal de sumisión se manifiesta: la amante y la santa se encuentran de rodillas. Santidad y amor confluyen en sus canciones, son formas de consagración, de devoción y de deseo.
El recorrido por los anteriores discos de Lana revela el centro de su poética: la artista sacraliza el sexo y sexualiza la plegaria. Sin embargo el rezo, en su nuevo álbum, Did you know that there is a tunnel under ocean boulevard?, se dirige hacia la pérdida definitiva. Si alguna vez, Lana le dijo a un periodista que desearía estar muerta, casi diez años después parece haber imaginado infinitas muertes y vivido muchas vidas. La muerte aparece como otra gran obsesión de su obra, aunque en sus nuevas canciones haya encontrado otra manifestación. Lana alcanzó una edad donde se asoma el continuo enfrentamiento con la mortalidad de aquellos que amamos. Una mortalidad que nos recuerda una y otra vez la propia muerte. Sin embargo, Lana ya no parece enamorada de la muerte y cambia su “Born to die” (nacemos para morir) por un “It’s a shame that we die” (es una pena morir).
Las 16 canciones que integran Did you know…? podrían ubicarse en un degradé que va desde el sexo, la lujuria, la oscuridad y la muerte hacia el rezo, el amor, la luz y la vida. Esa polarización también está marcada por la música, una suerte de maximalismo con sonidos electrónicos, del lado de la oscuridad; y un minimalismo acústico, del lado de la luz. Si volvemos a escuchar los tres singles de este nuevo disco se nota ese degradé que va de la luz a la oscuridad.
El álbum abre del lado de la luz. “The Grants” es un gospel tranquilo en el que Lana cuenta la historia familiar: Grant es su apellido real. En esta canción, la escuchamos lidiando con la muerte de su abuela y su tío. Lana habla con los ausentes y se desdobla… ¿A quién le pregunta ese yo lírico “Do you think about Heaven?” (¿Pensás en el cielo?). Lana recuerda lo que le dice su pastor y dice, muy dulcemente, que lo único que nos llevamos son nuestros recuerdos “My sister’s first-born child/ I’m gonna take that too with me/ My grandmother’s last smile/ I’m gonna take that too with me/ It’s a beautiful life”. (El primer hijo de mi hermana, también me voy a llevar eso, la última sonrisa de mi abuela, también me voy a llevar eso, la vida es hermosa). Lana, una vez más, nos desconcierta.
En el tema que da nombre al disco, Lana canta desde Los Ángeles sobre lo difícil que le resulta amarse y cómo una y otra vez el sexo está ahí para contenerla y validarla: “Open me up, tell me you like it/ Fuck me to death, love me until I love myself” (Abrime, decime que te gusta, cogeme hasta la muerte, amame hasta que yo pueda amarme). Lana tiene una forma muy directa de meternos en ese mundo y es interpelándonos directamente, ruega “don’t forget me” (no me olviden).
En “A&W”, Lana presenta una vez más a una mujer rota desde la niñez “I haven’t done a cartwheel since I was nine” (“no hago la medialuna desde mis 9 años”). Entre la luz y la oscuridad, hay un cuerpo que atraviesa el paso del tiempo y ya no busca el amor sino que se ha entregado a su destino: “It’s not about havin’ someone to love me anymore/ this is the experience of bein’ an American whore” (Ya no se trata de tener a alguien que me amé, esta es la experiencia de ser una puta americana). American funciona como sinónimo de consumidor. Lana consume, es consumida, canta sobre ese ciclo y sobre un vacío que solo puede ser colmado nuevamente con sexo. Lo cuenta en la segunda parte del tema: Jimmy solo quiere consumir y ella sólo quiere que Jimmy la ayude a hacerlo.
A lo largo de su carrera, Lana del Rey entendió al amor como un impulso vital, una energía desmesurada, algo tan potente que realmente puede destruirnos. Lana canta sobre y desde un imperio en decadencia, suspirando por un glamour perdido. Es Gatsby buscando la gloria pasada, el amor que ha extraviado, un amor que es un amargo ejercicio. Lana nunca se reconoció como feminista, pero no por eso deja de habitar un lugar complejo: el de la arrastrada, la sumisa y la romántica. Parece saber que, a contrapelo de discursos y movimientos epocales, el amor es ofrecimiento, sacrificio, sometimiento, entrega en cuerpo y alma. El amor de Lana es contracultural, o contrageneracional. Escribe desde la crisis.
En Did you know…?, su último disco, Lana vuelve a mostrar que no es una simple estrella del pop, sino una artista barroca. Lana es una perla irregular que explora y explota las tensiones de la mujer, el amor y la muerte en el siglo XXI. Su poética es una reivindicación de nuestro derecho a ser arrastradas, sumisas, románticas. Entrega y sumisión: esta es la experiencia de ser una puta americana.