Seguimos explorando el blog como refugio antiansiedad en estos tiempos revirados de redes y algoritmos. En esta segunda entrega, el profesor y crítico Daniel Link responde algunas preguntas sobre su proyecto, que mantiene activo desde 2005.
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(+ Leé la entrega #1: El oficio del plumín, de Diego Parés)
La primera entrada del blog Linkillo (cosas mías) es de 2005 y se llama “¿Por qué un blog?”. Allí, su autor, el profesor y crítico Daniel Link, explica el origen y el motivo del proyecto:
“Cuando me enteré de que un representante de la más rancia cultura letrada como Guillermo Piro tenía un blog me decidí a inaugurar el mío, sobre todo porque ligaba bien con la ética de la literatura (como experiencia) que yo venía sosteniendo: diarios, o fragmentos más o menos falsos de diarios, ya había publicado varios. ¿Por qué no hacerlo on-line?”.
Poco días después de ese debut bloguero, Link publicó otra entrada, “Hoffmanstahl”, en la que amplía el significado y el alcance del blog. Para ello, invoca la voz del escritor austríaco Hugo von Hofmannsthal:
“Pensaba reunir una colección de apophthegmata, igual que Julio César. Recordáis que Cicerón los menciona en una de sus epístolas. Propúseme reunir cuantos apuntes particularmente memorables lograse cosechar en el curso de mi trato con doctos varones e ingeniosas mujeres de nuestra época, o con gente notable del pueblo y de personas ilustres encontradas durante mis viajes; a todo ello deseaba enlazar bellas sentencias y reflexiones de las obras de los clásicos y los italianos, así como otras galas del espíritu descubiertas en libros, manuscritos y conversaciones; y en seguida el programa de fiestas y representaciones especialmente bellos, la descripción de crímenes raros y casos de delirio, de los monumentos más grandes y originales en los Países Bajos, Francia e Italia, y de otras muchas cosas similares. La obra en conjunto debía intitularse Nosce te ipsum”.

Daniel, ¿qué criterios se fueron definiendo para la creación de entradas en el blog?
Como en cualquier publicación periódica, secciones. Todas ellas están listadas en la barra a la derecha de la pantalla:
Diario de la peste
Método
Algunas publicaciones
Biblioteca
Linkillo TV
Diario de un televidente
Notas sobre cine
Notas sobre arte
Para el bronce…
Etc…
¿Tuviste intercambios con otros usuarios a través del blog? ¿Recordás algún encuentro o anécdota en particular?
Encuentros, nunca. Intercambios sí, están en los comentarios a las entradas. O algunos comentarios que transformé en entradas.
A propósito de los comentarios, en aquella entrada de 2005 Link anotó:
“De modo que se podría trabajar con una hipótesis en relación con la distancia entre procesos de identificación y comentarios, que no serían siempre concurrentes. ¿Por qué comentar lo que otro escribe? (no lo que hace la crítica, sino comentarlo). Volvemos al punto de partida: se trata de inscribir el propio cuerpo en relación con todo lo que existe. Y ésa parecía ser también una buena definición de la literatura (el comentario sobre lo que los demás escriben). Como si uno pudiera engancharse en un pormenor determinado (en fin, ya ha sido dicho: en un significante de una cadena) para continuar el relato (la argumentación, el poema) en la dirección que le pareciere”.
¿El blog tuvo algún correlato analógico o por fuera de internet?
Salieron dos libros (la novela Montserrat y el libro de recortes Textos de ocasión) y otro está en camino (un libro llamado Mis pensamientos).

¿Hubo o hay vínculos entre tus tareas como docente, como crítico y como autor y tu blog?
Sí, claro. ¿Cómo no?
¿Cambió el contenido y el enfoque desde su nacimiento al presente?
Sí, desde ya. Ahora publico menos, ya no ordeno las entradas en categorías (las abandono al caos presente), recorto y pego mucho más que antes. Algunas entradas se refirieron explícitamente a esos cambios. Por ejemplo, “Cambio de ramo”, donde escribo:
“Lo bueno de haber estado publicando este informe («primero publicar, después escribir», era el mandato) es haber aprendido una cantidad de cosas sobre «la vida», «la literatura», «las personas» y «la política» que difícilmente podría haber realizado con métodos más ortodoxos. Agradezco a mis hijos, a S. (sin cuya colaboración no podría siquiera haber imaginado esta experiencia), a Tita Merello, a mis amigos, en fin, a la gente que me ha demostrado un cierto cariño, que me hayan aguantado este ejercicio público de «lo novelesco sin la novela». Y pido disculpas si alguien sintió herida su sensibilidad por mis intervenciones (no era mi propósito herir a nadie salvo a Ibarra, a quien seguramente no le importa nada lo que digo). Como el poeta, yo también puedo pensar que «abril es el mes más cruel». Y como el otro poeta, también puedo pensar «¡Por fin llega el verde mayo”.
¿Por qué seguir sosteniendo un blog en tiempos de redes sociales?
Mi blog se llama Linkillo (cosas mías). Y sigue vivo porque, en efecto, guarda mis cosas. Yo no participo de ninguna red social, porque es un universo que aborrezco, sobre todo por su narcisismo. De hecho, soy un militante anti-redes.
El blog es tranquilo, equivale a los diarios de las señoritas del siglo XIX, que los escribían para no suicidarse de desesperación. En esta entrada de 2009 publiqué algo al respecto:
“Agrego ahora: gracias a Facebook y a Twitter los blogs se vacían de toda la histeria y el narcisismo que alguna vez sus enemigos le achacaron y las chillonerías suceden en otra parte, lejos, en páginas que ni bajo seudónimo (lo juramos) frecuentaremos nunca, y las bitácoras adquieren la coloratura de los ‘cuadernos de tapas marrones’ que tanto amamos.
En pocas palabras: todo tiene un límite. Y ese límite es un umbral de transformación. Investigar esos umbrales (esos pasajes) es nuestra condena”.