Exceso de sustancia

La sustancia es la película del momento. Algunos compararon la actuación de Demi Moore con la de Isabelle Adjani en Posesión, la obra de 1981 dirigida por el polaco Andrzej Zulawski. A simple vista no son comparables, pero ¿y si lo que el filme de Coralie Fargeat pone en juego estaba mejor dicho y filmado en Posesión

Ozempic y feminismos

Ya se dijo todo acerca de La sustancia, la película de Coralie Fargeat, protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley. Que es una obra maestra del body horror. Que contiene guiños a La naranja mecánica (1972), al cine de Cronenberg, a La muerte le sienta bien (1992), The Wasp Woman (1959) o The Rejuvenator (1988). Que es una alegoría de los actuales tratamientos de belleza con ácido hialurónico y Ozempic, un medicamento para tratar diabetes que, por su efecto depresor del apetito, se “viralizó” como método para bajar de peso y fue consumido entre estrellas de Hollywood.

Y La sustancia va por ese lado, específicamente se orienta a la cosificación del cuerpo de las mujeres y el descarte de la industria de la televisión y el cine cuando llegan a cierta edad. Eso queda planteado a los cinco minutos. ¿Pero qué más hay en las dos horas veintiún minutos de la película? 

Sensualidad, un conflicto, gore, más sensualidad y más gore. Y Demi Moore, que interpreta un personaje sin pareja, ni amigxs, ni padre o madre, ni hijxs, socixs ni nada que se parezca a un círculo familiar o social, ni siquiera tiene mascota (es una caricatura, lo entendemos). Luego viene la batalla entre las protagonistas. Ninguna venganza contra los estudios, cero oposición. Quizá sea un acto de sinceramiento de Coralie Fargeat: el sistema ya ganó y las mujeres no pueden hacer nada, excepto evitar envejecer a toda costa.

Margaret Qualley en La sustancia (2024)
Demi Moore en La sustancia (2024)

Tal vez, sin tanto marco teórico, el film se disfruta como lo que es: una digna comedia negra de body horror (expresión que los críticos usaron hasta gastarla). De todas las reseñas hiperbólicas que se escribieron por ahí, hubo una que describió la actuación de Demi Moore como “full Isabelle Adjani in Possession

La sustancia es un film videoclipero con buenos momentos de cine clase B, personajes planos y una sola línea narrativa. En cambio, Possession o Posesión (1981), del director polaco Andrzej Zulawski, entra fácil en un listado de las 100 mejores películas del siglo XX. Su protagonista absoluta, la actriz Isabelle Adjani, brinda una escena que quedó para la historia del cine y, más de cuatro décadas después, todavía impresiona por su despliegue performático de belleza, violencia y disociación.     

Isabelle Adjani en Posesión (1981)

El pulpo de la RDA

¿Pero de qué va Posesión? Anna (Isabelle Adjani) y Mark (Sam Neill), junto a su hijo Bob, viven en un departamento de la Berlín comunista, la ex República Democrática Alemana. Un día, sin dar explicaciones, ella le dice a Mark que se quiere separar. A partir de ese momento, para él se inicia un descenso a la locura. Descubre una carta enviada por un tal Heinrich, un dandy de 60 años que vive con la madre y sabe karate (?).

La pareja sigue conviviendo, pero todo se pone cada vez peor. Anna prepara la comida, cumple las tareas de ama de casa y sale a perseguir su deseo. Mark se obsesiona con saber qué está haciendo, quiere recuperarla a toda costa. Las peleas del matrimonio se tornan feroces. 

Cada escena de Posesión está ejecutada como una minuciosa coreografía de la violencia doméstica. Los encuadres enrarecidos y la composición de los planos son emanaciones de la locura interior de los personajes. El balanceo de Mark en la silla mecedora; Mark hablando por teléfono mientras prende y apaga la luz de la cocina; Anna cortando carne con un cuchillo eléctrico….   

Posesión (1981)

Esa es sólo una de las capas de sentido del film: la relación tóxica, una crisis matrimonial asfixiante y física (inspirada, dicen, en la separación de Andrzej Zulawski con la actriz Malgorzata Braunek). Hasta acá, Posesión toma elementos de Secretos de un matrimonio (1973), de Bergman, y le suma la atmósfera ominosa y extrañada de Repulsión (1965), de Roman Polanski. 

Pero la película de Zulawski pasa a otro nivel cuando Mark descubre que el objeto de deseo de Anna no es Heinrich, el dandy karateca, sino un tercer amante. Decide ir al edificio abandonado de cuatro pisos sobre la calle Sebastianstrasse donde su mujer pasa las tardes con él. El amante de Anna, descubre Mark, es una especie de bestia tentacular, un pulpo musculoso que la posee en todos los sentidos posibles. Esa criatura es el verdadero Adversario. 

Posesión (1981)
La sustancia (2024)

Mirá todo lo que puedo hacer ahora

Después del terror psicológico, Posesión entra en una zona gore y de horror sobrenatural con un tema clásico: la posesión demoníaca. Pero esta involucra un pacto secreto entre Anna y el monstruo. Desde que entra en contacto con él, ella se transforma en una mujer fuerte, combativa, impredecible. Su marido y Heinrich, en cambio, quedan reducidos a dos egos patéticos, se vuelven dos tipos insoportables, dos machos rechazados que revelan lo peor de sí mismos. 

El punto de inflexión del cambio que opera en el interior de Anna es la escena del accidente y la sangre en la boca. Tras recibir una golpiza por parte de Mark, Anna sale del departamento y un camión vuelca de repente. Mark es el único testigo. Momento epifánico: ella gira la cabeza en dirección contraria a Mark y rompe la cuarta pared, sus ojos desencajados casi a cámara, la boca escupiendo sangre. Otra capa de sentido se revela: los poderes sobrenaturales de Anna. Su gestualidad corporal, al alejarse del camión volcado y de un estupefacto Mark, parece enviar un mensaje a su marido: Mirá todo lo que puedo hacer ahora

Posesión (1981)

La escena del subte

Por momentos, Anna lucha contra sus propios poderes, como quien lucha contra su deseo. Eso sucede en la secuencia más famosa de Posesión, filmada en el U-Bahn de Berlín, en la estación Platz der Luftbrücke. 

Parada en la escalera mecánica, Anna asciende del andén hacia el largo pasillo de salida con una bolsa de compras en las manos y una mueca extraña en su rostro palidísimo. Los ojos llenos de furia. De repente empieza a frotar el hombro contra la pared y después ríe y grita y golpea la bolsa de compras contra la misma pared, manchando con leche los cerámicos amarillentos. Su cuerpo se contorsiona y adopta posturas antinaturales, suelta unos gritos desgarradores que retumban bajo tierra. Cuando las convulsiones se aquietan, vemos a Anna llorar en el piso mugriento del subte, mientras su entrepierna expulsa fluidos, leche y sangre. 

Más de cuatro décadas transcurrieron y la escena de Posesión todavía impresiona. ¿Se puede decir lo mismo de alguna escena del film protagonizado por Demi Moore que cautivó a toda la crítica progresista norteamericana? ¿Es La sustancia un film que, valga la paradoja, no va a envejecer bien? Quizá como comedia negra de terror resista el paso del tiempo, pero la bajada de línea en torno a ella definitivamente no la favorece. En cambio, sin proponérselo, Posesión puede verse como una película feminista alejada de los lugares comunes. Recordemos el año de estreno: 1981. La directora y crítica de cine Kat Ellinger escribió que “Anna es una mujer enojada, alguien que ha acumulado rabia —contra su marido, contra su vida de ama de casa en Berlín Oriental— y finalmente la deja salir en escenas terriblemente catárticas. En 1981 (y también hoy) había formas aceptables de la ira femenina en el cine (como en la vida), y esta no era una de ellas”. Cambiamos de siglo. Efectos visuales y prostéticos convierten a Demi Moore en un monstruo grotesco e inofensivo, el ácido hialurónico rellena labios de rostros muy jóvenes, y acaso por eso el estallido de Isabelle Adjani en una vieja película de culto todavía resuena con toda su potencia salvaje y se siente tan liberador.

Posesión (1981)
Picture of Juan Maisonnave

Juan Maisonnave

Escritor, editor y periodista cultural. Socio fundador de Pinka Editora. Publicó Los juegos compartidos (Santiago Arcos Editores, 2013), que obtuvo el Segundo Premio en la categoría Cuento del Fondo Nacional de las Artes. Participó de los talleres de escritura creativa de Federico Falco (2020), Hernán Vanoli (2019), Hugo Correa Luna (2016-2018) y Maximiliano Tomas (2009-2011).

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