Por la muerte de Diego Armando Maradona convocamos a fotógrafos y fotógrafas que lo retrataron en distintos momentos de su vida para que contaran la historia detrás de una imagen.
En esta segunda entrega, Silvana Colombo, reportera gráfica de la revista La Maga en los años 90 y del diario La Nación, entre otros medios, habla sobre un encuentro en el Hotel Alvear entre Maradona y Alejandro Dolina, en una foto que el escritor y conductor utilizó en Twitter para despedir a su amigo.
Además, Maxi Vernazza, fotógrafo de Editorial Atlántida por más de veinte años y responsable de algunos de los mejores retratos de artistas (Charly Garcia, León Gieco y Joaquín Sabina, entre otros), explica cómo fue encontrar a Maradona lustrando sus propios botines en el vestuario del estadio Hernando Siles de La Paz, Bolivia, antes de jugar un partido contra Evo Morales.
También, ambos describen qué actitud tenía Diego frente a las cámaras y eligen dos de sus fotos preferidas hechas por colegas.
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Diego y El Negro, por Silvana Colombo
Esta foto fue en una entrevista que se hizo para la revista La Maga, donde yo trabajaba en ese momento, durante la presentación en el Hotel Alvear de la película El día que Maradona conoció a Gardel (1996), de Rodolfo Pagliere, en la que ambos actuaban.
Yo estaba muy limitada para hacer las fotos, entonces tuve que conformarme con la situación de entrevista. Fue algo frustrante porque eran dos personajes a los que admiraba, e iba con mucha ilusión. Estaba acostumbrada a retratar a escritorxs, artistas plásticxs y músicxs, a quienes les dedicaba tiempo y con quienes cuidaba mucho el encuadre y la luz, pero teniendo a mi ídolo adelante (para ese entonces mi hijo mayor, Diego, tenía tres años) me tuve que conformar,con no poder manejar nada y simplemente documentar el encuentro.
Días después de publicada la foto, estaba en casa limpiando y sonó el teléfono. Alguien se presentó como el representante de Maradona, supongo que era Marcos Franchi, no recuerdo, pero creí que era una broma de mis compañeres, que sabían de mi admiración por Diego. Pero no: era su representante y me quería pedir la foto porque a Diego le había gustado y quería tenerla. Casi me desmayo.
Adiós, amigo. pic.twitter.com/E6kQYlB0ST
— Alejandro Dolina (@negrodolina) November 25, 2020
En resumen, no me gusta la situación ni la luz, pero entiendo que la foto hoy adquiere otro significado: el día de la muerte de Diego, Dolina la publicó en Twitter para despedirlo.
Así como Diego en la cancha tenía vista periférica y sabía bien dónde estaban sus compañeros, también sabía dónde estaban las cámaras, aunque estuviese hablando con alguien, bailando, entrenando, etc. Él sabía bien desde dónde lo fotografiaban. Y no necesitó nunca posar. De hecho, las fotos en las que posa no son ni ahí las más lindas. Hace poco vi un retrato iluminadísimo, en estudio, que carece para mi gusto de toda la belleza que Diego tenía, de todo eso que se viene viendo en las fotos de estos últimos días. Lo fotogénico que tenía Diego residía en la autenticidad, en que se divertía sabiéndose fotografiado. Se divertía tanto como con la pelota. Diego no posaba: era.
Y mi foto preferida es la de la presentación en Napoli, del fotógrafo Alfredo Capozzi, en la que está saliendo desde los vestuarios hacia el campo, rodeado de fotógrafos. A priori se supone que el fotógrafo estaba en el peor lugar, porque lo tenía a Diego de espaldas, pero logró captar el resumen de todo lo que fue y es Diego, que tiene una carita de asustado y está saliendo de abajo hacia arriba. Es el resumen perfecto de su vida.
*Más de Silvana Colombo: https://www.instagram.com/silvanacolombo/
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Los botines de Diego, por Maxi Vernazza
En 2008, en el estadio Hernando Siles se organizó un partido en apoyo a Bolivia porque la FIFA había prohibido que se jugaran partidos a más de 2750 metros de altura, y le querían sacar la localía a Bolivia en La Paz, entonces se armó un partido en el que Maradona fue a jugar con un combinado de actores, jugadores, músicos y periodistas argentinos. Entre otros estaban Diego Latorre, Daniel Tognetti, Jaime Torres, Juan Ponce de León y José «Turu» Flores. Jugaron contra un equipo de Bolivia en el que estaba Evo Morales, y yo viajé a cubrirlo para la revista Gente.
Me acuerdo que antes de salir a la cancha estábamos en el vestuario y Diego estaba solo, sentado con un algodoncito, lustrando sus botines, y eso me llamó la atención. Porque vos te imaginabas que tenía sus asistentes que debían prepararle todo, pero el tipo estaba ahí, con sus propios botines.
Me tocó fotografiarlo muchas veces, y lo que más me gustaba era estar con él y poder registrar lo que iba haciendo. Cada vez que estabas con él se notaba que estaba acostumbrado a las cámaras. Podías estar cinco minutos y te ibas siempre con una foto, con algo te ibas a ir porque era un generador constante de situaciones. Me ha tocado hacer producciones, con fondo, luces y todo, y aunque eso siempre termina siendo más acotado igual se generaba alguna situación.
Y de las tantas fotos que hay de Maradona me quedo con una del ’86 en el balcón de la Rosada, cuando volvieron con la Copa. Es de Pablo Grinberg y es una foto muy linda, se lo ve muy bien a Diego, muy relajado.